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ESTOY EMBARAZADA ¿PUEDO?

  • Writer: Maria Carrasco
    Maria Carrasco
  • Mar 30, 2016
  • 2 min read

Como hemos visto en todos los temas que abordamos, el principal problema es que a lo largo del tiempo, la humanidad siempre ha hablado de sexo, pero entre limitación tecnológicas y pudor, no siempre lo hace bien. Así que hay una cantidad impresionante de mitos y desinformación que hacen de algo tan natural un asunto medio complicado de abordar. Para evitar esto, vamos a estar comentando, aunque sea brevemente, varios mitos que es mejor nos saquemos de la cabeza. El tema de hoy: el embarazo y el sexo.


1. Tener sexo durante el embarazo es malo para el bebé/no se puede hacer. No hay problema mientras se siga el sentido común (por ejemplo, los golpe en el vientre u otras acciones que, sexo o no, puedan afectar al feto) es muy posible, y de hecho, por la liberación de endorfinas y otras sustancias, puede aliviar ciertos malestares. Y tampoco es que por el ejercicio no sea recomendable: salvo casos muy extremos y de alto riesgo, el mantenerse moderadamente activa de hecho ayuda al desarrollo del feto (moderadamente, que tampoco es tortura, sobre todo al final del embarazo). Así que no es forzoso renunciar a la intimidad. O, y el sexo oral tampoco es dañino. Sólo eviten soplar directamente en la vagina, que eso sí puede ser peligroso (pero en general y aunque no haya embarazo, es buena idea evitarlo).


2. El sexo puede provocar parto prematuro. Pues tampoco. Quizá esto venga del hecho de que puede que se experimenten contracciones con la estimulación de los senos (se libera oxitocina) cuando está cerca el día, pero las contracciones no significan labor de parto seguro, y tampoco es que sea automático. Así que con tranquilidad, que reiteramos que no se tiene que renunciar a la intimidad sexual.


3. El pene puede lastimar/picar/tocar al bebé. Aún si no estamos trabajando con pene de tamaño promedio, sino uno que está por encima de éste, no hay de qué preocuparse: no sólo no abarcará la longitud necesaria para molestar al bebé, sino que tanto el saco amniótico como el hecho de que el cérvix está fuertemente cerrado deberían evitar cualquier contacto con el feto. Así que, de nuevo, no hay de qué alarmarse.


Por supuesto, la recomendación más importante es escuchar a la mujer embarazada para saber qué le molesta y qué no (además de consultar con el médico siempre que se tengan dudas), pero en general, el embarazo no tiene por qué significar ausencia total de sexo.




 
 
 

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